¿Por qué el lenguaje de las flores?... El lenguaje de las flores, fué un medio de comunicación en la época victoriana, en donde las flores y los arreglos florales se usaban para enviar mensajes codificados, sirviendo a sujetos para expresar sentimientos que de otro modo nunca se podrían hablar. Es algo que "Federico García Lorca" nos enseña en su obra :Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores. En una época dónde la mujer unica y exclusivamente se preparaba para el matrimonio(labores del hogar, aguja, bordado, alguna clase de música, quizás algún idioma_preferentemente francés).El esparcimiento estaba regido por la discrección, nada de libertad de sentimientos,las madres acompañaban a sus hijas a los parques, para vigilar su moral y coartar su libertad. Flores, abanicos, colores, pañuelos, sombrillas, tarjetas de visita eran elementos utilizados para enviar "mensajes cifrados": aceptar un amor, comprometer una cita a una hora determinada (sin que los demás lo advirtieran). En nuestros tiempos aquello nos parecerá una "cursilería, yo prefiero quedarme con la sensibilidad sentimental y tratar de elaborar "un blog" que no utilizará flores sino palabras y que espero llegue a todos los que se "acerquen" a ÉL. Tesy


martes, 13 de septiembre de 2011

El candidato amnésico

Sus propuestas, nada originales y oportunistas, representan el olvido de briznas de su pasado. 

Pues eso... un poco de "memoría histórica"...





Juan Van-Halen 
Tengo una buena impresión, ya lejana, de Alfredo Pérez Rubalcaba; hace muchos años manteníamos unas cenas a cuatro interesantes (al menos para mí), a las que asistían también Alberto Ruiz-Gallardón y Jaime Lissavetzky. Es un ameno y gran conversador y le tuve siempre por una persona con las ideas claras. Por eso me sorprende más el “nuevo Rubalcaba” que voy descubriendo en su faceta de candidato.
 Creo que a Rubalcaba le ocurre como a esos actores de segundo papel, cómodos y cumplidores sobre el escenario, que acaban perdiéndose cuando se les da la oportunidad de interpretar un papel protagonista. El candidato del PSOE se ha salido de su papel sempiterno de segundón ilustre con fama de listo, hábil e intrigante, y también de personaje con mucho peligro.
 Ahora, cuando le ha tocado (lo haya buscado o no) ser protagonista, se encuentra en la intrincada situación de tratar de suceder a un político de tan bajo calibre como Zapatero, desde la vicepresidencia poderosa de su Gobierno. Apostar por el continuismo resultaría letal, por lo que se afana en marcar diferencias. Esa aventura supone un equilibrismo sin red, además de haber convertido a Rubalcaba en un amnésico. Aparecer ajeno a los enormes errores del zapaterismo es una misión imposible porque no se la cree nadie.
 Al candidato se le adjudica una memoria borbónica –es fama que los sucesivos miembros de la dinastía reinante gozaron, y goza el actual Rey, de buenísima memoria– y, sin embargo, las inconcretas propuestas de Rubalcaba, nada originales y con tufillo de improvisación y oportunismo, representan el olvido de briznas de su pasado.
 Nos habla de una transformación de la Educación, y él fue uno de los padres de la mal dada LOGSE, cuyas secuelas aún padece la sociedad española. Nos habla de meter en cintura a los bancos y a los ricos, y el Gobierno del que era vicepresidente con omnímoda influencia, propició los mayores apoyos en materia impositiva, incluso en medidas directas, a quienes ahora aspira a sacrificar. Nos habla de hacer desaparecer o, como luego matizó, reformar las Diputaciones, pero votó en contra en el Congreso una medida similar propuesta por la oposición.
 En esa línea de amnesia desbocada, Rubalcaba nos habla de incompatibilizar a parlamentarios nacionales y alcaldes, pero hace pocos meses pensaba de otra manera. En su día Rubalcaba consideró lo más natural, por ejemplo, que un alcalde socialista de capital de provincia fuese además parlamentario nacional y presidente de la FEMP. Nos habla de que hay que impedir el copago sanitario, achacando la propuesta al Partido Popular, y quien se refirió a esa posibilidad fue Trinidad Jiménez, hace poco más de un año, siendo ministra de Sanidad. El Partido Popular ha negado el copago incluso en sede parlamentaria. Pero parece que la realidad no puede chafar una buena demagogia.
 Nos habla Rubalcaba de que bajar impuestos es de izquierdas y el déficit no lo es. Pero lo cierto es que los Gobiernos de los que él era el miembro más relevante (a Zapatero, obviamente ni le cuento) subieron impuestos y generaron un déficit de infarto. Rubalcaba pertenecía al Gobierno cuando Zapatero se presentaba ante los españoles como el Ivanhoe del pleno empleo. Ahí están los cinco millones de parados reales. Lo último, o lo penúltimo, que ha proclamado el candidato ante los suyos es que Rajoy promete bajar impuestos y crear empleo, y eso es imposible. Podrían rescatarse las mismas palabras de Felipe González en su campaña de 1996. Llegó Aznar y lo hizo; bajó impuestos y creó millones de empleos, rebajando a la mitad la tasa de paro del PSOE.
 Entonces Rubalcaba era ministro del Gobierno de González, por lo que su amnesia es aún más chocante. En los Gobiernos de Aznar, Rajoy fue ministro de varias carteras y vicepresidente; algo sabe de eso, por lo que su receta tiene credibilidad.
 El candidato Rubalcaba se presenta como el paladín de la lucha antiterrorista, tras advertir a los demás que no utilizasen electoralmente esa lucha. Pero episodios con nombre y apellidos, como De Juana Chaos y tantos otros, y casos como el de Bildu, por no hablar del Faisán, niegan su pedigrí. Habría que recordarle aquella frase atribuida a Napoleón: “Si concedes al enemigo lo que demanda, las guerras se ganan sin esfuerzo, pero eso es perderlas”. Si tras Bildu llega Sortu y un nuevo y ampliado Plan Ibarretxe, la frase de Napoleón tendría mucho sentido.
 Con lo que ha propuesto, ha matizado, ha rectificado y ha desmentido, la verdad es que nadie sabe lo que quiere hacer con el país Rubalcaba, aparte de lo que ya ha hecho como miembro y vicepresidente del Gobierno de Zapatero, y lo que hizo antes como ministro y portavoz del Gobierno de González. Eso lo sabemos muy bien los españoles. El que es amnésico, o se lo hace, es Rubalcaba. No padecemos amnesia los españoles, para su desgracia.
 Rubalcaba es un candidato sin elecciones primarias y un autoproclamado líder del PSOE sin Congreso Federal. Y eso escuece. Hace encaje de bolillos para mantener el tipo con lo que está cayendo en su partido, sobre todo desde las elecciones del pasado 22 de mayo. Algunas de sus propuestas responden a lo que podríamos llamar “aritmética del perdedor”. No habrá cargos para todos.
 Resulta que Rubalcaba apunta en su haber los supuestos éxitos de Blanco, ministro de Fomento, léase el caso de los controladores, y no apunta en su debe los dañinos fracasos de Zapatero, del que era fervoroso segundo de a bordo. Patético.
 El candidato amnésico proclamó que sabe cómo crear empleo. Que no espere a ser presidente para desvelarnos su fórmula. Que no sea egoísta. Vamos, desembucha.
*Juan Van-Halen es académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.

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