Bette Davis (Lowell, Massachusetts; 5 de abril de 1908 – Neuilly-sur-Seine, Francia; 6 de octubre de 1989), pseudónimo de Ruth Elizabeth Davis, fue una actriz de teatro, cine y televisión estadounidense. Se le considera uno de los principales hitos del Séptimo Arte. Conocida a veces con el apelativo de «la Reina de Hollywood» y «La Primera Dama del Cine en Blanco y Negro», acaparó 11 candidaturas al Óscar a la mejor actriz, premio que ganó en dos ocasiones.
En 1977, Bette Davis se convirtió en la primera mujer que ganó el premio a una carrera concedido por el American Film Institute y en 1979 ganó el Emmy a la mejor actriz.
A lo largo de su extensa carrera, no solamente fue reconocido su talento con el Óscar o el Emmy, sino que ganó la Copa Volpi del festival de Venecia por Kid Galahad (1937), de Michael Curtiz y el premio a mejor actriz de Cannes por Eva al desnudo, en 1950. Cuando la industria cinematográfica parecía haberla olvidado, el Festival de San Sebastián le entregó el Premio Donostia en el año 1989. Bette Davis, emocionada, aceptó el galardón, y se mostró llena de felicidad y vitalidad durante su estancia en San Sebastián, sacando fuerzas de su frágil cuerpo. Al despedirse del Festival dijo: «Ustedes me han devuelto la vida». Fue condecorada con la medalla de la Legión de Honor francesa.
Murió el 6 de octubre de 1989 en Francia a la edad de 81 años después de librar una dura batalla contra un cáncer de mama. Acababa de recibir el Premio Donostia a su carrera en el Festival Internacional de Cine de
San Sebastián.
FRASES CÉLEBRES QUE NOS DEJÓ EN "EVA AL DESNUDO":
-"Abrochense los cinturones que esta noche habrá turbulencias".
-Curiosa esta vida nuestra...las cosas que dejas caer en las escaleras para subir más deprisa,olvidando que se necesitan cuando estás arriba".
-"Ya es hora de que el piano se dé cuenta de que no ha escrito él el concierto".
Ella era un recipiente vacío en el cual
se volcaban los personajes para llenarla, y en cada uno era alguien
nueva, diferente, no fingía, ella era siempre alguien nueva en cada
representación, volvía a nacer en cada personaje.
Animal de teatro, animal de cine, animal de escena, carne de actriz, vida de actriz.
En Eva al desnudo se representó a sí
misma, actriz en decadencia, la más grande actriz desbancada por la
ambiciosa meritoria que al final la vampiriza, chupa su sangre para
sobre su cadáver triunfar.
Y es que sólo aniquilándola Bette Davis
podía dejar de brillar, brillaba siempre, en la felicidad, el
infortunio, la pobreza, la riqueza, brillaba siempre en esas nupcias
eternas con la interpretación que mantiene por siempre.
¿Mito?
Ni mito siquiera, mucho más allá.
¿Icono?
Ni icono siquiera, mucho más lejos.
¿Diosa?
Ni diosa siquiera, ser humano.
Sólo eso, persona.
Nada más y nada menos.
La insignificante grandeza de ser mujer.
Nada más y nada menos.
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