Se me ha ocurrido escribir de este tema desde que el lunes cuándo acudí a recoger a mi hijo a un concierto( JUAN MAGAN ) pude contemplar a cientos de jóvenes cual Zombies con sus BB's (blackberry), cabezas agachadas,ladeadas hacia un lado, lo mismo bailan que contestan a un mensaje (creo que con el tiempo ese gesto generará lesiones en el cuello, pero ese sería otro tema).Están más concentrados en su BB que en el ambiente que les rodea (yo he coincidido en una sala de espera con unos jóvenes que no han levantado la cabeza de su BB hasta que los han llamado).Dispositivos que en vez de unir a las personas las aleja, ellos permanecen en su mundo de fantasía.


Las distancias se han multiplicado entre los jóvenes y la lectura, entre los jóvenes y los adultos, entre los jóvenes y las culturas previas. Cada día se hace más difícil producir situaciones de diálogo, pero lo más problemático es la desconfianza que sella la relación entre unos y otros y el insulto que ellos creen que lanzamos a su universo juvenil. Siempre hay alguien que te recuerda:¿Tú no fuiste joven?.¿Qué mayor te estás haciendo?,¿No estás en la onda?... no son conscientes de que esa BB la tienen por que en la mayoría de los casos nosotros se las hemos puesto en la mano, pero para hacer un uso responsable de ella-mi hijo sabe que si no es así la máquina se precinta, al instituto está prohibido llevarla y se queda encima de su mesilla de noche-...pero no todos la utilizan bien y el problema surge cuándo te enganchas a la máquina y ella te domina.No estamos hablando de un simple teléfono es una especie de "miniordenador"-una ventana abierta a ese otro mundo que ellos creen que no es peligroso y que dominan bastante mejor que nosotros sin necesidad de leer manuales-.
La actual relación que los jóvenes establecen con la lectura y la escritura es espontánea, pragmática, inconsciente; no creen en su poder transformador ni en los valores de las culturas que conllevan, desprecian la herramienta y aquienes intentamos transmitirselo. La incomunicación con el mundo que está detrás es tan palpable.
Aunque la opinión pública repita hasta el cansancio que se trata de hacer que los jóvenes lean, de todos es sabido que la obligación genera resistencia, entonces lo que se busca no es lo que se encuentra y no se trata efectivamente de considerar cuántos libros leen los jóvenes por año, ni conocer con cuántos libros disponen en sus hogares, ni de saber si los padres leen o no, y otras tantas afirmaciones que temporada a temporada aparecen como las pistas que alumbrarán las soluciones del caso.
Por eso también opino que no se trata de obligar sino de incluir, de unir lo que está separado. Pero esto no es fácil que suceda a pesar de que "las crisis" generan las intervenciones.Creo que por el momento seguiremos siendo espectadores de sus conexiones en un clic, de ese ruidito "piriri" que se te mete en los oidos y que avisa de que tu hijo ya tiene un nuevo mensaje en su BB....¿Quién ha dicho que los jóvenes no escriben ni leen?.
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