Científicos de la UNAM (Universidad Nacional autónoma de México )encontraron una conexión insospechada entre una molécula llamada ATP, que funciona como “moneda energética” de las células y la resistencia a la insulina .
Un grupo de universitarios descubrió una conexión insospechada entre la “moneda energética” de las células (una molécula llamada ATP), y la resistencia a la insulina, base del síndrome metabólico, uno de los problemas de salud pública más importantes.
Este último es un conjunto de trastornos como obesidad abdominal, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, hipertensión arterial y alteración de lípidos sanguíneos o “colesterol alto”, como se dice coloquialmente, dijo Antonio Velázquez Arellano, de la Unidad de Genética de la Nutrición del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, con sede en el Instituto Nacional de Pediatría, y quien coordina el grupo de investigación.
Esos problemas de salud son cada vez más frecuentes entre la población, “de tal manera que no es improbable que una persona padezca varios de ellos, o todos al mismo tiempo”, explicó el científico.
Dentro de las hormonas que existen, todas importantes, la insulina es de las más destacadas; es básica porque su función es propiciar que se aprovechen los alimentos ingeridos.
Aunque se asocia con el azúcar, también tiene que ver con el uso de las grasas y proteínas. “Actúa fuera de las células, se une a un ‘receptor’ que está en la superficie de la membrana celular, como la llave en una cerradura, y con ello, desencadena una serie de procesos que permiten la correcta utilización de los alimentos”, indicó.
En la diabetes llamada tipo 1 no se produce insulina debido a la destrucción de las células beta de los islotes del páncreas, por una combinación de virus y factores inmunológicos.
En cambio, en la diabetes tipo 2, que prevalece entre la población mexicana, sí existe la hormona; no obstante, en cantidades normales no provoca los efectos apropiados, y el páncreas la tiene que producir en mayor cantidad. Por ello, en estas condiciones las células son “resistentes a la insulina”.
El problema es muy serio, porque tarde o temprano, los mecanismos de adaptación terminan por ser insuficientes y la persona se vuelve diabética. También, empieza a fallar el metabolismo de los lípidos; los diferentes tipos de grasas sufren un desequilibrio y, eventualmente, aparece la ateroesclerosis, así como los demás componentes del síndrome metabólico.
Este último es un conjunto de trastornos como obesidad abdominal, resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, hipertensión arterial y alteración de lípidos sanguíneos o “colesterol alto”, como se dice coloquialmente, dijo Antonio Velázquez Arellano, de la Unidad de Genética de la Nutrición del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, con sede en el Instituto Nacional de Pediatría, y quien coordina el grupo de investigación.
Esos problemas de salud son cada vez más frecuentes entre la población, “de tal manera que no es improbable que una persona padezca varios de ellos, o todos al mismo tiempo”, explicó el científico.
Dentro de las hormonas que existen, todas importantes, la insulina es de las más destacadas; es básica porque su función es propiciar que se aprovechen los alimentos ingeridos.
Aunque se asocia con el azúcar, también tiene que ver con el uso de las grasas y proteínas. “Actúa fuera de las células, se une a un ‘receptor’ que está en la superficie de la membrana celular, como la llave en una cerradura, y con ello, desencadena una serie de procesos que permiten la correcta utilización de los alimentos”, indicó.
En la diabetes llamada tipo 1 no se produce insulina debido a la destrucción de las células beta de los islotes del páncreas, por una combinación de virus y factores inmunológicos.
En cambio, en la diabetes tipo 2, que prevalece entre la población mexicana, sí existe la hormona; no obstante, en cantidades normales no provoca los efectos apropiados, y el páncreas la tiene que producir en mayor cantidad. Por ello, en estas condiciones las células son “resistentes a la insulina”.
El problema es muy serio, porque tarde o temprano, los mecanismos de adaptación terminan por ser insuficientes y la persona se vuelve diabética. También, empieza a fallar el metabolismo de los lípidos; los diferentes tipos de grasas sufren un desequilibrio y, eventualmente, aparece la ateroesclerosis, así como los demás componentes del síndrome metabólico.
Fuente:Universia.net
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