¿Por qué el lenguaje de las flores?... El lenguaje de las flores, fué un medio de comunicación en la época victoriana, en donde las flores y los arreglos florales se usaban para enviar mensajes codificados, sirviendo a sujetos para expresar sentimientos que de otro modo nunca se podrían hablar. Es algo que "Federico García Lorca" nos enseña en su obra :Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores. En una época dónde la mujer unica y exclusivamente se preparaba para el matrimonio(labores del hogar, aguja, bordado, alguna clase de música, quizás algún idioma_preferentemente francés).El esparcimiento estaba regido por la discrección, nada de libertad de sentimientos,las madres acompañaban a sus hijas a los parques, para vigilar su moral y coartar su libertad. Flores, abanicos, colores, pañuelos, sombrillas, tarjetas de visita eran elementos utilizados para enviar "mensajes cifrados": aceptar un amor, comprometer una cita a una hora determinada (sin que los demás lo advirtieran). En nuestros tiempos aquello nos parecerá una "cursilería, yo prefiero quedarme con la sensibilidad sentimental y tratar de elaborar "un blog" que no utilizará flores sino palabras y que espero llegue a todos los que se "acerquen" a ÉL. Tesy


jueves, 30 de junio de 2011

CUÁNDO LAS FOTOS DE MODA NO ERAN GROSERÍA

30 junio 2011

Portada de Vogue, 1950
Erwin Blumenfeld - Portada de Vogue, 1950
A veces algunos de mis amigos aficionados a la fotografía hablan de fotos de moda. La conclusión suele ser unánime: hieden.
Entiendo la reacción impulsiva. En mi trabajo como periodista he tenido que soportar esos productos que ahora llaman editoriales de moda: pura y simple publicidad en un packaging grandilocuente, como de pureza existencial. Me recuerdan a las personas que entran en una estancia haciendo resonar los colgantes de bisutería que pretende pasar por joyería. Dicen: “aquí estoy, soy guay y tú no lo eres”.
Los quioscos están llenos de pornografía semiótica de esta calaña (algunas mentes también, pero eso es otra historia). Fotografías de valor cero.
En el bello artículo Cómo la fotografía ha arruinado la vida de millones de mujeres, Txema Rodríguez, que además de fotógrafo es un tipo que no ha perdido el alma en el marasmo, apunta a los parásitos que han llevado las fotos de moda a un “punto grotesco” y les llama “gente que construye la imagen del otro sexo sin observarlo”.
Ewing Blumenfeld
Erwin Blumenfeld
Cuando mis amigos reniegan de las fotografías de moda están sobrados de razones, lo sé.
Tendente como soy a llevar la contraria (sobre todo para no terminar hablando de lo de siempre, o sea, reduciendo el lenguaje a la primera persona del singular), suelo meterme en camisa de once varas y les hago ver que no podemos, no debemos, quedarnos en Vanity Fair Vice (por citar a los dos extremos de las revistas parasitarias de lo femenino: la casta y la grosera) o cualquiera de sus muchas hermanastras, porque no son más que basura.
Entonces les hablo de Erwin Blumenfeld (1897-1969). O mejor, porque la verbalización no hace más que añadir ruido a la pureza emocional de las fotos, les enseño a Blumenfeld.
Cada una de sus fotos es una lección de moralidad y compromiso, una epifanía, una canción.
Erwin Blumenfeld - "Wet silk"
Erwin Blumenfeld - "Wet silk", 1937
La erótica, que la hay, tangible y doliente, es de seda, nunca de la basta arpillera que envuelve los editoriales de moda de los basurales de hoy.
Blumenfeld, judió berlinés, hizo fotos desde los ocho años. Fue conductor de ambulancias en la I Guerra Mundial y desertor de la carnicería. Detenido y encarcelado, se exilió en Holanda. Buscó ganarse la vida como librero y peletero, pero en ambos oficios fracasó. En 1936 se estableció en París y conoció a Cecil Beaton, que le apadrina, le considera un hermano, le introduce en el circuito de las fotos de moda.
Blumenfeld no es un esteta de hielo: envuelve a sus modelos en gasas mojadas, las retrata bajo la óptica de la imperfección, las obliga a comulgar y comprometerse, jugar
Erwin Blumenfeld, 1939
Erwin Blumenfeld, 1939
En 1939 -no sin antes firmar el más certero de los retratos de Hitler-, convence a Lisa Fonssagrives para que se cuelgue de la Torre Eiffel.
El reportaje, que publica Vogue, es un poema a la libertad, una de las obras de arte más hermosas del siglo XX.
Cuando la fotografía de lo femenino es “parafílica”, como dice Txema Rodríguez, tenemos que determinarnos en la labor crucial: “La belleza se encuentra y admira, no se construye o crea, porque sucede espontáneamente a través de quien la descubre y la muestra a otros”.
Se deben romper las reglas, desde luego. Para eso fueron concebidas, para encontrar la mano que las quiebre y las reinvente para que la siguiente mano vuelva a quebrarlas. Pero nada se rompe a través de la grosería. Como un escupitajo hacia el cielo, el insulto siempre retorna.
Blumemfeld opinaba que “la belleza está en el accidente, el mal balance, el tropiezo, la sensibilidad transtornada”.
Erwin Blumenfeld, 1944
Erwin Blumenfeld, 1944
Su carrera -que hoy utilizo en Xpo como referente y patrón de una ética que no considero perdida pese a la afluencia de tiburones reaccionarios en el mar revuelto de las fotos de moda- fue un ejemplo de trascendencia.
Incluso en los trabajos de encargo tensó el límite, buscó las pistas de aterrizaje, el gesto sacerdotal, el baile apócrifo que debemos trazar en el mundo lleno de nosotros.
Ánxel Grove

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